Exposición

Adrián Martínez González
Kill Bill Party

Del 7 al 29 de Agosto 2020
Sala 1
Entrada libre y gratuita hasta completar el aforo

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Con la colaboración de la Consejería de Presidencia  y Participación Ciudadana a través de Instituto  Asturiano de la Juventud

La fiesta de la pintura

Resulta inusual encontrar a un pintor puro en el arte actual. No es extraño que un artista joven pinte, pero lo habitual es que practique al mismo tiempo la fotografía, el vídeo o la instalación, con tendencia a lo multidisciplinar, de la misma manera que muchos de estos medios se acercan cada vez más a los valores que tradicionalmente se han considerado pictóricos, como el juego de la luz y del color, la inmediatez perceptiva o la visualización frontal, que hacen que la obra se contemple directamente y de un vistazo.

Vivimos tiempos de poliamor, y por eso sorprende tanto que alguien como el recién llegado Adrián Martínez González se declare esencialmente como pintor, aunque también imparta clases de talla de madera. Graduado en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca, donde obtuvo matrícula de honor en la especialidad de pintura, anteriormente había estudiado Grabado en la Escuela de Arte de Oviedo. Desde 2019 cuenta con su propia academia de enseñanza, tras hacer prácticas en colegios públicos y centros privados como el que su colega Nacho Suárez tiene en Avilés.

Con él coincide en enfrentarse al arte sin complejos, haciendo lo que más le gusta sin justificarse ni esconderse, ni someterse al dictado de las tendencias. Acostumbrado a lo vintage y sin miedo a lo demodé, pero a riesgo de ser considerado como un extraviado gato callejero, Adrián pide respeto para un medio como la pintura, milenario pero con tanto aún por ofrecer, sin más desgaste que el que se pueda derivar de un soporte, el cuadro, que a pesar de su validez posiblemente tenga que evolucionar hacia otros formatos más revolucionados.

El joven artista asturiano pinta sobre tela y tabla, en tamaños grandes que le permiten recoger todo aquello que quiere contar. Lo hace con una base de óleo que usualmente mezcla con otras técnicas, pero manteniendo una jugosidad que sólo puede apreciarse ante sus obras en vivo. Los brochazos son siempre directos y expresivos, y en general desdibujan las formas que luego son contenidas en resolutivas líneas de contorno. Las composiciones se rellenan con manchas de unos pocos colores bien valorados, que se escurren mediante goteo o se enriquecen con veladuras que dejan trasparentar las capas inferiores.

Todo en un festival que de ningún modo puede calificarse de revival y que por el contrario nos ofrece la imagen de un pintor impregnado de futuro. El repertorio iconográfico es abundante, sacado de películas y fotografías en su mayoría, aunque también de obras maestras del arte como las de su admirado Francisco de Goya, cuyo mensaje antibelicista encaja tan bien con el de Dalton Trumbo. O la violencia de Tarantino. Su yuxtaposición parece improvisada pero obedece a una clara intención denotativa, plasmada con la espontaneidad de quien es asiduo a los certámenes de pintura al aire libre.

La diversidad de contenido, que le permite homenajear a sus escritores favoritos o incluso frecuentar los motivos religiosos en su trabajo de fin de carrera, no debe hacernos olvidar que, en la obra de Adrián Martínez González, el fondo no es nunca más importante que la forma, ni lo visual que lo plástico, según se puede apreciar en esta su primera exposición importante, integrada por veintidós cuadros que celebran en su conjunto la fiesta de la pintura.

Luis Feás Costilla
Comisario de la exposición