XXIV Muestra de Artes Plásticas del Principado de Asturias
Mario M. Martínez Peláez, Iván Baizán, Jacobo Bugarín, Kela Coto, Mariana Heredia, Tamara Norniella, Joaquín Vila
Sala 2
Del 1 al 22 de Agosto 2014
Entrada libre y gratuita
La primera cuestión que se me plantea como comisario es la duda al definir la tarea de comisariar una muestra con siete artistas seleccionados por un jurado que si bien estableció un consenso, abrió, también, zonas para la negociación de diferentes sensibilidades. Por tanto entiendo que la labor de comisariado, en esta ocasión, sería establecer nexos entre diferentes proyectos que generasen debate e interés por siete jóvenes creadores que reflexionan sobre la contemporaneidad, en el marco de la actual escena artística asturiana. Un escenario definido por la escasez de recursos para afrontar un futuro en el que todos tendremos que improvisar la realidad de la misma manera que arriesgarnos para viabilizar lo imaginado. Cabe recordar las palabras de Harald Szeemann “que el arte era un modo de cuestionar la idea de propiedad/posesión” según señaló en una entrevista a Hans Ulrich en Breve historia del comisariado. Preguntarnos por la legitimidad de la propiedad implica que empezamos a compartir, a hacer comunidad, y el comisario, a la postre, no pretende otra cosa que establecer lugares comunes donde se encuentren al arte y los espectadores, creando un contexto para vivir renovadas experiencias.
La segunda cuestión se refiere al concepto de la exposición que, a mi parecer, siempre tiene que decir algo, conscientes de que cada exposición representa “una posibilidad rodeada de otras muchas posibilidades –según Marcel Broodthaers– que merece la pena explorar”. Coincido con esta idea de, al menos, imaginar con las mismas obras distintas alternativas expositivas que propicien otras tantas lecturas. Pero cada exposición se define en un tiempo, tiene su tiempo, y aunque seamos conscientes de las diferentes capas que la integran y especulemos con una muestra dinámica y en proceso, sería de inconscientes no fijar unos mínimos para seducir al público e incorporarlo al espacio expositivo, a un momento de intensidad, de singularidad. La exposición no puede quedar tan cerrada que no permita un relación bidireccional, máxime cuando estamos acostumbrados a la interactividad y nos aburren los discursos monolíticos, prefiriendo aquellos que trazan diferentes líneas, que se abren y nos relacionan, lo cual no quiere decir ni indefinidos ni vacíos sino comprometidos pero vulnerables, rigurosos en los planteamientos pero flexibles en los resultados.
Esta exposición colectiva se concibe, en definitiva, como lenguajes que dialogan, como relatos que se encuentran en un momento y lugar determinados de forma efímera pero intensa, como canales abiertos de informaciones y emociones. En esta edición el número de artistas que se han presentado ha sido inferior a otros años, pudiéndose colegir que la causa principal de este desinterés fue el recorte del presupuesto destinado a este programa, imprescindible para la difusión del arte emergente, que ha incidido negativamente en un colectivo –los artistas visuales– muy castigado por la crisis y muy dependiente, más en el caso de nuestra Comunidad, de las instituciones. A pesar de ello se ha podido reunir a un grupo de jóvenes artistas con un buen nivel que exploran el entorno desde la performance, la fotografía, el dibujo o el vídeo y que su mayor aliciente puede estar en el reconocimiento y la visibilidad que les otorga la Muestra.
El Premio Asturias Joven de Artes Plásticas ha recaído en Mario M. Martínez Peláez que presenta dos animaciones digitales realizadas a partir dibujos a tinta y acuarelas. Los vídeos planteados para acompañar las actuaciones del grupo musical gijonés HUIAS construyen mundos paralelos sobre lo cotidiano, introduciendo una mayor veracidad al fusionar realidad y ficción como sucede en No intervención, mientras que en Madre, la otra propuesta seleccionada, el artista consigue imprimir vida a una mujer anciana que rememora sus recuerdos. En ambos casos Mario logra adentrar al espectador en lo simbólico y traspasar la realidad para llevarnos a otros mundos. La imaginación, lo simple, la dulzura, la memoria, permiten al artista acceder a otras fábulas, disolver la división entre fantasía y realidad y construir un breve sueño no exento de reflexión.
Las serigrafías troqueladas y plegadas de Iván Baizán representan mapas de ciudades a los que incorpora diminutos personajes, muñecos de los utilizados habitualmente en las maquetas de arquitectura, abrumados en la inmensidad de la geografía. La representación de un mundo encerrado en pequeñas cajas que le sirven para contener una cartografía que se prolonga imaginariamente más allá del marco. Las cinco obras seleccionadas de la serie Paraíso intermitente exploran los límites entre lo exterior y lo interior, lo público y lo privado, trazando nuevos recorridos que en lo conceptual recuerda a los planteamientos geográficos de los surrealistas y a los trazados de los situacionistas que, en sus caminatas, descubrieron las trampas ideológicas que esconde la ciudad. En este sentido el mapa alude a una reflexión crítica y a estrategias de desenmascaramiento y ruptura.
Los proyectos de Jacobo Bugarín reflexionan sobre el arte, la política, la arquitectura y la imagen, huyendo de los relatos oficiales y construyendo un imaginario crítico, en el que coexiste el documento con la creación, la performance con la historia, la percepción con el conocimiento. Como resultado 1929. (Reconstruir el movimiento, moderno) un vídeo que recoge la acción desarrollada por el artista enfrente del Pabellón Barcelona de Mies van de Rohe. La performance alude al movimiento moderno como paradigma de la arquitectura, a la reconstrucción del pabellón mismo, originalmente derribado, a la repetición y a la apropiación. En la pieza Bergen Belsen-Moscú, derivada de Project Moscow creado en LAB 9THE13, se superponen planos partiendo de una concepción radial y panóptica de la ciudad. Y en la videoinstalación Carta a las generaciones futuras se relaciona la misiva que el disidente Nikolai Bujarin, fusilado por Stalin, escribió para la joven generación de dirigentes del partido comunista ruso, con la situación actual del artista, la forma de entender el entramado artístico, la dificultad de posicionarse en márgenes desarraigados, la necesidad de ideales y el sentimiento de inutilidad de la lucha.
Tendemos a asociar la fotografía a capturar la realidad, aquello que ven nuestros ojos, aunque sabemos que el enfoque escogido condiciona lo real, convirtiéndolo en algo subjetivo. Sin embargo, la fotografía crea otras realidades, una ficción que expande la idea reductiva de la cámara como espejo del mundo circundante. ¿Cabe diferenciar entre imagen documental e imagen de ficción?, ¿lo documental es más real que la ficción? En los límites entre la realidad y la ilusión se mueven los trabajos fotográficos de Kela Coto. Sus paisajes y sus obras de interior muestran la sutil diferencia entre la apropiación de una realidad cada vez más vaciada y la construcción de la imaginación, demostrando que la ilusión produce verdad y sentido, renovando la visión del exceso de realidad simplista que padecemos.
El tiempo y el espacio, su inmovilidad y deconstrucción, resultan notas predominantes en los trabajos de Mariana Heredia que en su instalación El tiempo que pasa despliega estrategias plásticas para hablar de un tiempo sin significado, detenido e inservible. Compuesta por una secuencia de vídeo con una grúa acumulando carbón sobre una montaña que permanece invariable y una fotografía de la artista recostada en posición horizontal, con una línea, a modo de cinta métrica, sobre la parte superior de su cuerpo formada por los cierres de diversos alimentos con su fecha de caducidad, convirtiendo la longitud en una magnitud temporal. En Descuadrar una familia y un paisaje pretende desplazar los encuadres partiendo de fotografías de 10×15, el formato más popular sobre papel. En la deconstrucción los márgenes adquieran el protagonismo central y el flujo de imágenes del pasado es re-enfocado, obligando a reconstruir los recuerdos.
La piel, el órgano más extenso y más pesado de nuestro cuerpo, uno de los más sensibles, nos comunica con el exterior y se presenta vulnerable al paso del tiempo. Frágil, elástico, forma parte de nuestra identidad, pudiendo argumentarse poéticamente, recordando a Paul Valery, que la piel es lo más profundo que nos envuelve. En este sentido los últimos trabajos de Tamara Norniella tienen a la piel como protagonista de una acción que ha sido registrada en una secuencia fotográfica y en vídeo, bajo el titulo genérico de flayed identity. La artista recubierta de látex, un material maleable y de una especial textura, es desollada ante la cámara, desvelando su interioridad en un acto doloroso, mediante un proceso de desprendimiento e investigación, con la piel como soporte de una conciencia de exterioridad que profundiza en el cuerpo.
La obra de Joaquín Vila se encuentra vinculada a la naturaleza y regida por una constante investigación que propugna una vuelta a nuestras raíces más ancestrales, de ahí su implicación en los proyectos ecoLAB de Laboral Centro de Arte y Creación industrial y re-colectivo, una propuesta de creación artística colaborativa en el medio rural. En sus dibujos, realizados con tinta permanente y bolígrafo blanco, muestra personajes antropomórficos que adoptan formas arbóreas abstractas, árboles caminantes, humanos ramificados, formas enraizadas que tiran del hilo de lo rizomático en cuanto a la interrelación de diversos elementos en una estructura. Por otra parte, en sus obras de gran formato lo fantástico establece vínculos con mitologías atávicas relacionadas con lo telúrico.
Esta edición de la Muestra con la animación y el vídeo como referentes, inclinada hacia el concepto, muy fotográfica, con atisbos políticos y reflexiones sobre el cuerpo y la naturaleza, resultado de la suma de siete individualidades que dialogan para crear una estructura expositiva que los relacione, puede definirse como un tiempo de trabajo común que propicia contenidos y nos aleja de las dinámicas artísticas vacuas.
Jaime Luis Martín
Comisario de la Muestra