Exposición

De la modernidad al informalismo

Colección Bragales

Del 5 de agosto al 28 de septiembre 2022

Escuela de París: Francisco Bores, Pancho Cossio, Óscar Domínguez, Ismael González Serna, Joaquín Peinado, Antonio Quirós.

Dau al Set: Joan Brossa, Modest Cuixart, Joan Ponç, Antoni Tàpies, Josep Tharrats.

Escuela de Madrid: Luis García Ochoa, Francisco San José, Cristino de Vera.

Informalismo: Rafael Canogar, Luis Feito, Manolo Millares, Manuel Rivera.

Pintura años 70: Sergi Aguilar, Alfredo Alcaín, Arranz Bravo, Equipo Crónica. Esteban de la Foz, Enrique Gran, Josep Guinovart , Manuel Hernández Mompó, Joan Hernández Pijuan, Lucio Muñoz, Pepa Osorio, Pablo Palazuelo, Albert Rafols Casamada, Gregorio Rodríguez García, Fernando Sáez, Eduardo Sanz , Bernardo Sanjurjo, Eduardo Vega de Seoane y Esteban Vicente

Compromiso y vanguardia en tiempos difíciles, modernidad y dictadura

Pintura Española de la Escuela de París hasta los años 70

La Colección Bragales posee un espléndido fondo histórico-artístico, una parte importante está dedicado a la pintura española de posguerra y las vanguardias realizadas hasta los años finales de la dictadura (La Escuela de París, Escuela de Madrid, Informalismo El Paso, Pintura de los 70).

Se ha elegido un conjunto de obras pertenecientes a esta adscripción temporal para la actual exposición. Es necesario resaltar que tales cuadros, estructuran un testimonio pictórico que hablan un lenguaje estético imaginario y experimental, mayormente de carácter informalista, donde la expresiva plástica abstracta es poderosa y claramente referencial a las prohibiciones y severidad de aquellos momentos difíciles. Igualmente aluden a las penalidades creativas de sus autores y su forzada convivencia intelectual con la disciplina autoritaria del régimen franquista (un largo período que va desde mediados de los años cuarenta hasta los años sesenta del siglo pasado, prolongándose en el tiempo hasta los inicios de la democracia).

Estos pintores vieron instrumentalizados sus trabajos bajo la excusa de mostrarlos en eventos artísticos internacionales y a nivel nacional; o su disyuntiva: el oscurantismo y la adversidad de no ser reconocidos en un horizonte autárquico e impositivo en lo político. El sistema pretendía consolidarse en el poder justificando la aparente benevolencia de la dictadura, manipulando la cruda realidad cultural con una supuesta apertura estética hacia la modernidad y así autorizarse ante el rechazo impuesto más allá de las fronteras españolas por sus modos arbitrarios. Tiempos de censura, austeridad y cerrazón ideológica, que anatemizaba la libertad de pensamiento y todo cuanto escapara al riguroso control social imperante. Sólo era tolerable aquello que sirviera para hacer olvidar el presente amnésico y poder manifestar al mundo de manera parcial, un escenario social de normalidad cultural y apertura. Las dificultades vitales con que se encontraron los artistas, su consentimiento a participar en señalados eventos artísticos y su utilización mezquina e interesada por parte de las instituciones del Estado, fueron el desencadenante que propició algunos severos juicios de valor posteriores que los tacharon de “cómplices” y no tuvieron en cuenta todos los atenuantes de convivencia diaria con la represión y miseria intelectual. El panorama artístico de la nación era desolador, inútil ejercer firmeza y resistir ante las presiones del régimen en una situación de total perentoriedad; absurdo, además, rechazar las oportunidades de exponer en el extranjero con la consiguiente posibilidad de que valorasen sus trabajos y poder participar en la concurrencia de las vanguardias que en esos momentos se estaban desarrollando. Si otros sectores artísticos aprovecharon la ocasión para darse a conocer, la pregunta que cabe hacerse es porqué únicamente a ellos se les exigía principios morales y políticos distintos, acusándolos de “colaboracionismo”.

A pesar de todo ello, explicitaron en repetidas ocasiones su disconformidad y radicalismo estético contra el poder, como un caballo de Troya que socavara la fragilidad cultural del régimen desde el interior de este. El Grupo El Paso, afirmaba en su manifiesto de intenciones en el 1957: “Creemos que nuestro arte no será válido mientras no contenga una inquietud coincidente con los signos de la época”. Los artistas Antonio Saura, Tàpies y Chillida, tras los premios de la Bienal de Venecia de 1958, decidieron no volver a representar oficialmente a España. En 1963 Manuel Viola se negó a participar en la exposición antológica de “Arte de América y España” un mes antes de su inauguración en protesta contra la represión ejercida por el régimen (ejecución de Julian Grimau).

Movimientos estéticos realizados bajo la dictadura, la transición y la democracia, una imprescindible revisión para comprender la legitimidad y protagonismo de artistas que mostraron sus experiencias creativas para comunicar un existencialismo de gesto vital, desde la convicción y relectura de las posibilidades expresivas de la abstracción (matérica y lírica manteniendo el espíritu estilístico de la tradición barroca), hasta una figuración imaginaria, surrealista y cargada de crítica social, sin olvidar los discursos que ubicaron a los artistas de finales de los setenta en contextos figurativos neo-Pop, geométricos o un realismo de voluntad reflexiva.

Conviene destacar en la mayoría de ellos, las influencias de las vanguardias dominantes en esos momentos desde París y el expresionismo abstracto norteamericano. Movimientos representativos que ampliaron los límites perceptivos y ayudaron a nuestros artistas a transitar hasta los imaginarios de la modernidad, desvinculándose de un entorno cultural formalista para acercarse a las exigencias del mercado y el potencial especulativo de lo publicitario y difusión del triunfo.

La Colección Bragales alberga y protege la sobresaliente selección que exponemos, constituye una memoria permanente, una seña identitaria de cuanto ha sucedido en el ámbito del arte español en aquellos años de dureza existencial de la dictadura. Desde el cuadro titulado “Salmonetes” de Pancho Cossío pintado en el año 1927 hay un recorrido estilístico múltiple lleno de hallazgos plásticos sorprendentes que nos acercan a la contemporaneidad actual. Nada sería como es hoy día si no se hubieran corrido riesgos con la silenciosa rebeldía de los pintores pertenecientes a estos movimientos citados con anterioridad. La práctica artística, la libertad y el compromiso personal interactuando con el momento histórico donde era necesario asumir responsabilidades sociales y políticas es una construcción de espíritus valientes. Los artistas en general de La Escuela de París, Dau al Set, Escuela de Madrid, Grupo El Paso y quienes integraron la Pintura de los Setenta, lo fueron, por ellos existe esta exposición. La Colección Bragales los ha reunido para no olvidar que el Arte, sí es una misión revolucionaria.

Jesús Alberto Pérez Castaños