Producciones Come y Calla
Ay Carmela de J. Sanchis Sinisterra

27 de Octubre 2018 20 horas
Valey Teatro

platea

Entradas: 21 euros
Venta anticipada: 15 euros
Venta de entradas en la taquilla de Valey Centro Cultural el 27 de Octubre de 17 horas hasta comienzo de función y en www.valeycentrocultural.org desde el 1 de Octubre

Ay Carmela es un canto a la supervivencia, a la dignidad del ser humano, un suspiro, un dolor encerrado en un ¡Ay!, es una historia contada desde los ojos de Paulino, un muerto en vida que necesita aferrarse a la idea de que la aparición de Carmela, una muerta que vuelve a la vida, es real y que el espectáculo debe continuar sea como sea.

Nuestro deseo es poder sumar algo nuevo que decir a un texto que, de por si, es de una belleza y una grandeza que lo ha convertido en un clásico de nuestra dramaturgia contemporánea.

 Escuchemos pues que tienen que decirnos Carmela y Paulino…

‘¡Ay, Carmela!’, 30 años dando voz a los muertos que no quieren ser olvidados

¿Qué pueblo o país no tiene muertos que se niegan a ser olvidados? ¿Dónde no hay muertos mal enterrados? Treinta años después del estreno de ¡Ay, Carmela!, la obra vuelve a la carga para dar voz a todos aquellos que quieren ser recordados, para reivindicar la memoria de los pueblos. Más allá de la historia de dos cómicos pobres y cansados que en plena Guerra Civil se ven atrapados en la zona franquista y obligada a ofrecer un espectáculo de varietés a las tropas nacionales y a milicianos de las Brigadas Internacionales, ¡Ay, Carmela! arrastra un grito contra el olvido. Así lo ve su autor, José Sanchís Sinisterra, que con el tiempo ha ido percibiendo como aquella obra escrita en 1985 como homenaje a las Brigadas Internacionales y en recuerdo de la Guerra Civil, se ha ido transformando y universalizando con los años en un canto a favor de la memoria, “del deber de los vivos de ayudar a los muertos en su empeño de no desaparecer”.

La obra fue estrenada el 5 de noviembre de 1987 en Zaragoza, bajo la dirección de José Luis Gómez y la interpretación del propio Gómez como Paulino y de Verónica Forqué como Carmela. Tres décadas después, esta obra se ha convertido en un clásico de la dramaturgia española y el texto más representado de un autor vivo español. Según datos de la Sociedad General de Autores, se han concedido hasta la fecha 189 licencias autorizadas para su representación, con miles de funciones, a las que hay que añadir todos aquellos montajes que se han llevado a escena sin los correspondientes derechos. Fernando Soto dirige la nueva versión que se ha estrenado en los Teatros del Canal de Madrid y que estará en cartel hasta el próximo 11 de noviembre. Protagonizada por Cristina Medina y Santiago Molero, este montaje resalta la realidad poética del texto, en ese viaje de la muerte a la vida que realiza Carmela desde el más allá –“allí no hay ná, aquello es muy grande, hay mucho secano”- para aparecerse a Paulino, el narrador de la historia, y recordar juntos su realidad de perdedores.

Recuerda Sanchís Sinisterra (Valencia, 1940), un dramaturgo enemigo de la suntuosidad, que el proceso de escritura del texto fue misterioso y enigmático, turbulento. Estaba de gira con su compañía Teatro Fronterizo y su obra Ñaque o de piojos y actores, un homenaje al teatro más humilde y popular que gozó de un enorme éxito y repercusión, cuando el autor decidió que lo siguiente tenía que ser algo parecido a su Ñaque, que debería de ser también una obra pobre y barata, con un par de actores y un escenario vacío. “Quería hacer un homenaje a mi padre republicano y, sobre todo, a las Brigadas Internacionales, el último movimiento utópico de miles de jóvenes que vinieron a España a dar su vida en defensa de la democracia”, explica Sinisterra, que situó la obra en el frente de Belchite, en Teruel, en el momento en el que las tropas franquistas conquistan la localidad, a finales de agosto de 1937. Es allí donde surge esa historia de supervivientes, añade el director Fernando Soto, de esos dos pobres humanos en un contexto brutal como es la guerra y donde la palabra justicia se vuelve sorda por el ruido de las bombas.

De las cerca de sesenta obras dramatúrgicas escritas por Sanchís Sinisterra, no es ¡Ay, Carmela!, que llevó al cine Carlos Saura en 1990 y cuya versión no fue del agrado del autor, su texto más querido. Él cree que tiene otros textos mejores, de mayor sutileza y complejidad, como Lector por horas o El cerco a Leningrado, su elegía a la utopía del comunismo, pero reconoce que ¡Ay, Carmela! es el que más éxito ha tenido y, sin duda, el más solicitado. Ha sido representada en países de todo el mundo y en contextos muy diversos y remotos. El texto, como señala Sinisterra, que dirigirá en el Español el próximo mes de marzo su última obra El lugar donde rezan las putas, bien vale para los desaparecidos de Argentina o Chile, para los asesinados en Medellín o México, el drama de Sarajevo, la salvajada de los campos de concentración nazi y tantos y tantos casos más. “Eso quiere decir que la obra no ha envejecido demasiado o que las circunstancias han exigido que ese acto de memoria siga vigente, lo cual es muy triste. El hecho de tener que seguir exigiendo que los muertos no pueden ser olvidados, que tenemos un deber para los muertos mal enterrados, para todos aquellos que siguen en fosas comunes, me produce un punto de melancolía, un sentimiento ambivalente”.

 

Enemigo de los nacionalismos, Sinisterra, un catalán nacido en Valencia, que dice de sí mismo ser un apátrida, se lamenta de la obscenidad de los políticos catalanes que, por cálculos electoralistas, han dejado en la estacada a tantos jóvenes independentistas que han gritado de alegría por las calles de Barcelona. (Rocío García, El País)


Ficha Técnica

Dirección escénica: Fernando Soto
Traducción/Adaptación/Dramaturgia: Fernando Soto
Música original: Mariano García
Escenografía: Monica Boromello
Diseño vestuario: Chary Caballero / Oscar Armendariz Lucarini
Diseño iluminación: Felipe Ramos

Duración aproximada: 100 minutos