«Alma de papel» de Paco Abril
Del 3 al 30 de Octubre 2013
Foyer del Teatro
Entrada libre y gratuita
Paco Abril nos presenta en esta exposición su alma de papel, sus imaginativos, delicados, sorprendentes y tantas veces inquietantes collages, realizados con gran destreza técnica. Árboles con ventanas como ojos para ver el mundo, personajillos indagadores procedentes de planetas ignotos y seres nacidos de extrañas mutaciones que cobran vida en cada una de las obras.
Así resume el autor esta compleja y lenta labor creativa: «De entre / sus manos / surgió, / a flor de piel, / su frágil / alma de papel».
Además de otras muchas creaciones, por primera vez se mostrará su original visión de los mitos de Asturias. Atraen de manera irresistible trece sirenas, número considerado de la buena suerte por estos seres marinos.
Paco Abril ha querido hacer suya aquella afirmación del escritor francés Albert Camus en la que subrayaba: «Los mitos están hechos para que la imaginación los anime».
Él los ha animado por partida doble, recreándolos como artista con su paleta de papeles de colores y otorgándoles, como escritor, una vida narrada.
Ana López Chicano, comisaria de la exposición
Lo que ha dicho la crítica
Paco Abril, que no desdeña las «austerianas» músicas del azar, es un artista de minuciosa técnica exquisita (sólo hay que ver el minimalismo casi zen de su serie arbórea) que combina en sus obras precisión y juego, sorpresa y búsqueda, imaginación «cortazariana» y delicadeza lírica.
El collage es ya una centenaria técnica artística prestigiada desde sus mismos orígenes por el talento de Picasso y Braque, asumida por los dadaístas y heredada, entre otros, por los cultivadores del «mail-art». A Paco Abril, que también hace escultura con papel, le gusta el collage puro, si podemos hablar así; sólo papeles de variadas texturas, algunos reciclados, y sin el auxilio de la pintura. Le gusta subrayar que, con ese material y «la lenta paciencia de las manos», quiere llegar al mismo punto que un pintor con sus pigmentos. Y lo consigue.
José Luis Argüelles, La Nueva España